Un buen texto tiene una estructura definida. Revise su escrito, ya no desde el punto de vista del contenido, porque eso lo hizo en los apartados
anteriores. Esta vez verifique la estructura de su texto; observe si se distinguen las tres partes que se describen en seguida, y si da la
impresión de ser un texto ordenado:
Corrija lo que considere necesario. Puede mover párrafos de lugar, hacerlos más cortos o más explicativos.
Revise la ortografía y la puntuación.
Un texto de reflexión debe tener oraciones claras y precisas.
Procure que sus oraciones se enfoquen al tema que se aborda.
Evite insertar muchas ideas en una sola oración.
Evite dejar fragmentos de oración.
Asegúrese de que cada oración tenga un sujeto, un verbo y un predicado.
Varíe la extensión de las oraciones.
Incluya tanto oraciones simples, con un solo sujeto y verbo, como complejas; de esta manera, su texto parecerá más conversacional y natural, y evitará que su redacción se vuelva rígida.